domingo, 11 de enero de 2009

The Rubinoos - The Rubinoos

Allá por 2002 compré el Ruta 66 de Enero en el que se hacía un entrañable homenaje a George Harrison debido a su muerte. En uno de los artículos de la revista, se hablaban maravillas de un grupo prácticamente desconocido que en 1977 se había desmarcado del punk reinante para publicar una ópera prima repleta de gemas pop y música optimista. El grupo se llamaba The Rubinoos y la cosa quedó ahí. El año pasado, hojeando viejas revistas, volví a dar con el artículo y decidí escuchar ese supuesto gran álbum para ver si era verdad todo lo que se decía de él.

The Rubinoos fue un grupo formado en 1973 por Tommy Dunbar (principal compositor y guitarra solista), Jon Rubin (vocalista y guitarra rítmica), Donn Spindt (batería) y Royse Ader (bajo). Tommy y Jon, los principales artífices del sonido rubinoo, se conocieron al ser expulsados de sus respectivas aulas y encontrarse desterrados en el pasillo del instituto. El relativo éxito que consiguieron con su flamante primer álbum no volvieron a repetirlo con el segundo disco. El grupo ha tenido una existencia intermitente desde entonces, con algún que otro resurgimiento a nivel de crítica (el álbum Paleophonic de finales de los noventa) y el rescate de su legado en varias antologías para frikis musicales.

El disco en cuestión es de los más frescos que he escuchado nunca. Tommy Dunbar se destapa como un gran compositor acompañado de la excelente voz de Jon Rubin. Las tres primeras canciones son geniales. El tema que abre el álbum, I Think We're Alone Now, es una maravilla, el segundo, Leave My Heart Alone, soberbio y el tercero, Hard To Get, aún mejor que los dos primeros. Después viene la encantadora locura años 50 de Peek-A-Boo con voces y risas terroríficas incluidas. Para mí gusto, el disco flojea un poco hacía la mitad con Rock And Roll Is Dead y la empalagosa balada Memories, aunque se hacen soportables. En la segunda parte, Nothing A Little Love Won't Cure posee las mejores armonías vocales de todo el álbum, que ya es decir (quizá mi tema favorito). El último tema es también una obra maestra, I Never Thought It Would Happen.

Arrastrado por las preciosas melodías del último tema, no me queda más remedio que decir: nadie debería morir sin haber escuchado antes esta maravilla.

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